Existen pocos elementos tan característicos de la música sacra del siglo XVII ibérico y tan espectaculares para el público actual como la policoralidad o la práctica de dividir el coro (en el sentido más amplio, incluyendo los instrumentos habituales en este repertorio) en varios grupos. El compositor homenajeado hoy, Carlos Patiño, era un maestro en esta práctica. Presentamos una misa a dieciséis voces en cuatro coros, que es un lujo sonoro por las combinaciones de cantores, violines, corneta, sacabuches, arpa y órgano, todo entretejido y formando un rico tapiz sonoro que atrapa al oyente desde los primeros acordes.